jueves, 28 de marzo de 2019

Veracruz: 500 años (IX. ¿Descubrimiento o invención?)

Colón no sabía a donde llegó. No podía. Sus conocimientos no eran suficientes ni mucho menos exactos dentro del campo de acción que tenía. Cuando arribó a Guanahaní (San Salvador), su lógica respondía a las ideas que le habían llegado: pensó que arribaba a islas asiáticas cercanas a Cipango (Japón). Dice Edmundo O´Gorman en “La invención de América” (2006) que “descubrir” no es lo mismo que “inventar” o “concebir”; es decir, América no es un objeto “descubierto” o que se “deja” descubrir por intervención de la Providencia o de la Historia, con la actuación de personas, a manera de agentes, a quienes simplemente les “toca” el papel de descubridores al margen de que sepan lo que hacían. América -dice don Edmundo- es una invención del pensamiento occidental, que ingresa en éste como realidad histórica desde el momento que la errada idea colombina de haber descubierto las indias orientales de Asia se torna, más adelante y por la labor de otras personas, en el reconocimiento de que se está ante un nuevo e impensado continente.
Para llegar a esta afirmación, nuestro autor revisa el nacimiento de la hipótesis que atribuye el descubrimiento de América a Colón, a través de las versiones de los historiadores más cercanos a la fecha del 12 de octubre de 1492: Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés (Sumario de la natural historia de las Indias, 1526), Bartolomé de Las Casas (Historia de las Indias, 1527-1560), Francisco López de Gómara (Historia General de las Indias, 1552-1553), Antonio de Herrera y Tordesillas (Historia General de los hechos castellanos en las islas y Tierra Firme del Mar Océano, 1601); también toma perspectiva con la lectura de William Robertson (The History of America, 1777), Martín Fernández de Navarrete (Colección de los viajes  descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV, con varios documentos inéditos concernientes a la historia de la marina castellana de los establecimientos españoles en Indias, 1825-1837), Washington Irving (Life and Voyages of Columbus, 1828), Alexander Von Humboldt (Cosmos: essai d´une description physique du monde, 1866-1867).
Colón llegó a las islas del continente americano, pero no las concibe como un nuevo continente o como una parte de él; sin embargo, la gesta colombina no disminuye ni desmerece un ápice por ello, dado que se encadena con los sucesos subsiguientes por los que fue cobrando realidad histórica el pensamiento o concepción de “América” como un “nuevo mundo”. Colón no sabe que llegó a América; no obstante, es cierto que, a partir de sus viajes, en adelante, se construye la idea de “América”, la cual se desarrolla y completa por la acción exploratoria y el pensamiento lógico de los hombres que le siguen. Para explicarnos, O’Gorman recurre a una anécdota que le sucedió al concluir una conferencia donde expuso sus ideas, cuando un asistente le cuestionó que, entonces, “no es posible que un hombre descubra por accidente un pedazo de oro”. Don Edmundo contestó: “La respuesta se la dejo a usted mismo; pero antes reflexione un poco y advertirá que si este hombre no tiene una idea previa de ese metal que llamamos oro para poder, así, concederle al trozo de materia que encuentra accidentalmente el sentido que tiene esa idea, es absolutamente imposible que haga el descubrimiento que usted le atribuye. Y ése, añadí, es precisamente el caso de Colón”... Seguiremos.

jueves, 14 de marzo de 2019

Veracruz: 500 años (VIII. El Descubrimiento)

La historia real, a menudo, es más fascinante que la ficción. Aún cuando Colón hubiera tenido alguna noción previa de la existencia de tierras navegando hacia occidente por la “Mar Océano” (el Atlántico), lo único cierto es que enfrentaba lo incierto, lo desconocido. No hay duda de que era un marino experimentado y tenaz, que se fue imponiendo de conocimientos como los provenientes de los escritos de Marco Polo y Ptolomeo, o más cercanos a él, de orden geográfico, como los de Piccolomini (1477), Alliaco (1480-83) y Toscanelli. Éste último ya había hipotetizado la posibilidad de llegar a las Indias atravesando el Atlántico (1474) y había hecho cálculos sobre distancias y ubicaciones, aunque no estaban al alcance de toda la gente. Colón combinaba su curiosidad científica con su condición de hombre culturalmente medieval. Avanzado y atrasado a la vez, perseguía la ciudad o región de Cipango, lugar donde pensaba que había mucho oro y especias, y del cual habían escrito Marco Polo y Toscanelli; pero no dejaba de asumir un sentido religioso o mesiánico sobre su destino y misión.
El caso es que Colón mandó embarcar a toda su tripulación el jueves 2 de agosto en el puerto de Palos, y escribió en su “Diario”: “Partimos viernes 3 días de agosto de 1492 años, de la barra de Saltes, a las ocho horas”. De la incertidumbre, desconfianza o incredulidad que sentía su gente para cumplir la misión, da cuenta el intento de motín de 6-7 de octubre de ese año, pues no se divisaba tierra conforme a los cálculos de Colón poco más de dos meses después de haber zarpado, y hay quien apunta que finalmente tuvo que compartir el conocimiento de las nuevas tierras y riquezas que buscaba, con su tripulación, para evitar el amotinamiento. Ya para el día jueves 11 de octubre se dice: “Los de la carabela Niña también vieron otras señales de tierra y un palillo cargado de escaramojos. Con estas señales respiraron y alegráronse todos.” Por fin, el viernes 12 de octubre llegaron a una isleta llamada Guanahani, en la lengua de los habitantes americanos isleños con quienes hicieron el primer contacto de registro histórico verídico: “…me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres, aunque no vide más de una harto moza, y todos los que yo vieran todos mancebos, que ninguno vide de edad de más de 30 años, muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras, los cabellos gruesos casi como sedas de cola de caballos y cortos. Los cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos poco detrás que traen largos, que jamás cortan. De ellos se pintan de prieto y ellos son de la color de los canarios, ni negros ni blancos…Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo, y se cortaban con ignorancia. No tienen algún hierro…Ellos todos a una mano son de buena estatura de grandeza y buenos gestos, bien hechos”. Colón hizo cuatro viajes. Tuvo suerte, se dice, porque los primeros indios americanos (y no los indios asiáticos que buscaba originalmente) eran pacíficos. Después del 12 de octubre, Colón no cesa de descubrir islas y dar nombres en lo que hoy conocemos como Las Bahamas: el 30 llega a Juana (Cuba), el 6 de diciembre llega a la Española (Haití); en fin, tres viajes más le esperaban. Su regreso a Palos, el 15 de marzo de 1493, trajo una noticia portentosa, sin paralelos ni antecedentes, de efectos impensables: ¿Sabía Colón qué o quiénes eran los lugares y la gente que había descubierto y contactado?... Seguiremos.

jueves, 7 de marzo de 2019

Veracruz: 500 años (VII. Casi antes del descubrimiento de América)

Los orígenes, derrotero y destino de los viajes colombinos han sido ampliamente documentados en numerosas obras, y su sola citación desbordaría el espacio de esta sencilla colaboración. Así que elijo, con base en un criterio personal sobre una buena lectura, la introducción de Luis Arranz Márquez al “Diario de a bordo” (1985) y al contenido que se atribuye a Cristóbal Colón. Informa don Luis que la biografía, las patrias (¿?), su idioma materno, su etapa de navegante mediterráneo o de corsario (¿?), su preparación o sus conocimientos, no pueden llevar a la conclusión de que el denominado descubrimiento de América es fruto de la “genialidad exclusiva de un solo individuo, sino algo más metódico, todo un proceso”, con presencia de circunstancias históricas de avances económicos, científicos y técnicos que sólo se conjuntaban en el Portugal y Castilla de ese tiempo. La idea de llegar a las Indias orientales circunvalando el continente africano no era nueva, y la redondez de la tierra no era un tema reciente: en la antigua Grecia, Eratóstenes ya había hecho un cálculo sobre la circunferencia de la tierra; y los navegantes de entonces deducían la redondez de la tierra al ver alejarse a las embarcaciones, cuyo cuerpo desaparecía paulatinamente hasta la última vista que era la de la punta más alta de las velas.
¿Qué sabía el almirante -sea tradición, sea leyenda- antes del 12 de octubre de 1492? La tesis del conocimiento precolombino incluye la leyenda del piloto anónimo informante de Colón, en los años de 1477-78, respecto de la existencia de lo que había “en la otra orilla del Océano”. Esta es la tesis más socorrida, a pesar de que se argumentan huellas documentales sobre un conocimiento proveniente de navegaciones y descubrimientos secretos que Colón habría realizado a Occidente antes de 1492. Al menos, esto último se deduce de las introducciones a las capitulaciones firmadas por los Reyes Católicos, en favor de Colón, que daban cuenta de lo que había descubierto el almirante, y no de lo que iba a descubrir. En cualquier cosa, todo indica que la redondez de la tierra era un hecho para Colón, sostenida en criterios como los del geógrafo Toscanelli, entre otros, y por tanto la ruta lógica para llegar al Oriente era el de navegar hacia Occidente: se sabe que el proyecto de Colón databa de 1484.
Dice Arranz que el texto original del Diario está perdido. El que se conoce corresponde a la transcripción que hizo el padre Bartolomé de las Casas, que se guarda en la Biblioteca Nacional de Madrid. En el proemio del mismo, se lee la siguiente narrativa de Colón: “Y partí yo de la Ciudad de Granada a 12 días del mes de mayo del mismo año de 1492, en sábado, y vine a la villa de Palos, que es puerto de mar, a donde yo armé tres navíos muy aptos para semejante hecho, y partí de dicho puerto muy abastecido de muy muchos mantenimientos y mucha gente de la mar, a tres días del mes de agosto de dicho año, en un viernes, antes de la salida del sol con media hora, y llevé el camino de las islas Canarias de Vuestras Altezas, que son en la dicha mar Océana, para de allí tomar mi derrota y navegar tanto que yo llegase a las Indias…y para esto pensé de escribir todo este viaje muy puntualmente, de día en día, todo lo que yo hiciese y viese y pasase…allende de escribir cada noche lo que el día pasare, y el día lo que la noche navegare, tengo propósito de hacer carta nueva de navegar, con la cual situaré toda la mar y tierras del mar Océano en sus propios lugares”. Seguiremos

Benito Juárez, vida, obra y legado

      El 21 de marzo se conmemora el natalicio de Benito Juárez, cuyo papel en la formación y consolidación del Estado mexicano es innegable...