viernes, 14 de agosto de 2020

Educación: ¿Pandemia o pandemónium? (Primera parte)

Pues, bien dicho, tendríamos que decir que la pandemia de este tiempo ha producido, en la educación formal, un pandemónium. En el sentido de pandemia, ha afectado el orden educacional (el curso normal de los sistemas educativos nacionales) en prácticamente todos los países del mundo; y, como pandemónium, la enfermedad ha introducido ruido (en su acepción de interferencia) y confusión (desconcierto o inseguridad) por cuanto a los métodos de enseñanza de carácter escolarizado. Por supuesto, los fenómenos propios de la educación no formal e informal también se encuentran afectados, pero refirámonos primero, por su alto grado de institucionalidad, al de la formalidad educativa, como suceso que se desarrolla, casi en forma absoluta, en los espacios escolares. Primero que nada, las autoridades educativas de todas las naciones están decidiendo, con extraordinaria celeridad –entiéndase necesidad– el uso sustantivo de medios tecnológicos de transmisión de conocimientos, sobre todo mediante la televisión de señal abierta, en los niveles que conocemos como de educación básica (primaria y secundaria) y media superior; amén de la internet y los paquetes informáticos para la realización de video conferencias en el nivel de la educación superior. Los pros y contras por el uso de la tecnología y los dispositivos de los mass media –medios de difusión colectiva o masiva– ya son tema de discusión de tirios y troyanos, aunque voy a preferir calificar este debate emergente con el título de uno de los más afamados libros de Umberto Eco: Apocalípticos e Integrados, queriendo significar la divergencia entre quienes verían una caída irrecuperable en el campo educativo y cultural, frente a los que verían de forma optimista una magnífica manera para su generalización.
Otrora utilizada como recurso tecnológico complementario o marginal, ahora la televisión se torna estratégica y predominante para sostener el ritmo de la educación formal y evitar un indeseado retraso educativo, al menos en tanto dure la pandemia. Y se espera que la vacuna de laboratorio próxima y la inmunización natural, abatan el poder de contagio y la letalidad de la enfermedad, para entonces volver a la “normalidad”, es decir, al estado en que se encontraban las cosas antes de la propagación del Covid-19. Si es así, una pregunta es obligada: ¿qué efectos dejará la experiencia educativa que se pondrá en práctica? De inicio, habría de decirse que no estamos ante acciones inéditas o revolucionarias, porque la televisión se ha venido utilizando con fines educativos formales desde al menos hace 40 o 50 años. Lo materialmente novedoso es que se le impone el reto de la cobertura, o sea, literalmente, millones de estudiantes; empero, esto no la hace una revolución educativa –o no todavía– a no ser que traiga la transformación de dos aspectos cruciales: (1) la racionalidad del proceso de enseñanza-aprendizaje; y, (2) la praxis de la relación nuclear entre maestro y alumno. Si así fuera, estaríamos ante un cambio de paradigma en el campo de la educación masiva, porque obligaría a la necesidad de construir una nueva concepción y praxis de la Comunicación Educativa. Paulo Freire nos dejó una expresión extraordinaria que hoy nos viene muy a modo: “la educación es comunicación, es diálogo, en la medida en que no es transferencia del saber, sino un encuentro de sujetos interlocutores”. Seguiremos…

jueves, 6 de agosto de 2020

Políticas públicas y Epidemias (tercera y última parte)

A la cooperación gobierno-ciudadanos, fundamental para afrontar una epidemia transformada en pandemia como la del Covid-19, a manera de estrategia de colaboración humana concertada que evita acciones gubernamentales verticales y apuesta por una mayor horizontalidad ciudadana, suele ubicársele bajo el calificativo de gobernanza, destacando en ésta la capacidad de organización institucional pública para sumar activamente la participación de la población. El concepto es absolutamente pertinente en el diseño de políticas públicas y ante la enfermedad mundial de este momento, con brotes y rebrotes, que ha puesto a prueba a todos los gobiernos del orbe. Gobernar por políticas públicas es un modelo teórico-práctico proveniente del mundo anglosajón, que arranca en la década de los 50´s del siglo pasado, como resultado de los efectos catastróficos de la posguerra, cuya evaluación obligó, sobre todo a los EUA, a planificar la acción pública de gobierno en contextos nacionales, que con el tiempo derivaría hacia conjuntos subnacionales específicos. En nuestro país y en los estados de la República, el modelo asumiría un sentido paradigmático plasmado en la constitución federal y en la de las entidades federativas, que eso son los conocidos planes de desarrollo nacional o estatales, y los de orden municipal. Dentro de ellos, se abriría un espacio para las medidas de emergencia ante contingencias de origen y expresión imprevisible por cuanto a su forma y materialidad, expresados en disposiciones legales específicas, como las que hemos descrito en nuestras colaboraciones anteriores, concretamente en el rubro de las enfermedades infecto contagiosas.

Se trata de la planeación de la actividad ordinaria y de la actividad extraordinaria, ni más ni menos, mediante orientaciones simbólicas (declarativas) o materiales (problemática específica), racionales (preceptivas y metódicas) o incrementales (mejorando modelos previos), distributivas (con igualdad) o redistributivas (con equidad). Por supuesto, estos criterios son compartidos, y las políticas públicas se fundan en una combinación de características que se organizan en torno a la predominancia de alguno de ellos. En cualquier caso, trátase de abordar lo ordinario desde una perspectiva global y de atender lo extraordinario mediante una visión emergente. Empero, ningún modelo es infalible: ni lo ordinario se resuelve a plenitud, ni lo extraordinario se soluciona en su totalidad. Este es el desiderátum de todo gobierno. Ante esta realidad de todos los gobiernos del mundo, la praxis ha mostrado que las mejores acciones públicas son las que incorporan en mayor medida la participación ciudadana. Gobierno y ciudadanos, organizados mediante medidas materiales específicas, colaborativas y colectivas, son, ante emergencias epidémicas o pandémicas, la única medida exitosa de “vacunación social”. La dimensión de la emergencia define la dimensión de la gobernanza. No hay soluciones mágicas, solo soluciones humanas posibles. Simple: si no entendemos o no acatamos recomendaciones de aislamiento (sana distancia), suspensión de actividades (laborales o escolares), de higiene (desinfectantes, cubrebocas y mascarillas), al tiempo de una intensa campaña de comunicación y asistencia gubernamental ordenada y concertada entre todos los órdenes nacionales y subnacionales, no habrá contención posible efectiva, en lo que llega la vacuna de laboratorio. Esta es la realidad.

Benito Juárez, vida, obra y legado

      El 21 de marzo se conmemora el natalicio de Benito Juárez, cuyo papel en la formación y consolidación del Estado mexicano es innegable...