Oviedo
es uno de los historiadores más cercanos a la fecha de la llegada de Colón a
América. En la introducción a una de sus obras, Sumario de la Natural Historia de las Indias (1996), escribe José
Miranda que aquél vivió el cenit de la “nueva
unidad política ibérica, el Estado español”. La biografía de Oviedo está
llena de avatares, tanto en Europa como en la América que le toca vivir, dese el
tiempo cuando Núñez de Balboa lograba el primer establecimiento continental y
descubría “la mar del Sur” (el Océano
Pacífico), a la que le seguiría luego la conquista y la colonización de las
islas y del continente, a la vez de numerosas acciones de rapiña: a partir del
segundo viaje de Colón se reporta a la Corona la existencia de “ricos veneros de oro en Santo Domingo” y
otros lugares. El propio Oviedo sufre las penurias de la famosa expedición de
Pedrarias Dávila al Nuevo Mundo. Informa que estuvo integrada por 2 000 hombres
y 22 navíos, y dio inició el 11 de abril de 1514. Desde su llegada, Dávila
relega a Núñez de Balboa. Pero mejor dejemos que don José Miranda, prologuista
de la obra de Oviedo, sumando -a la suya- la prosa de más historiadores, nos
exprese los hechos:
“Pedrarias -dice Altoaguirre- hizo su entrada
en Santa María de la Antigua llevando de la mano a su mujer doña Isabel de
Bobadilla, rodeados ambos del obispo Juan de Quevedo…Algunas semanas después,
todo era desolación y miseria en Santa María de la Antigua. Los bastimentos,
llegados en malas condiciones, se agotaron pronto, y el hambre y las
enfermedades hicieron estragos en la nueva ‘hornada’ de colonos. ‘En un mes
murieron 700 hombres de hambre de enfermedad de modorra’, refiere Andagoya; el
padre Las Casas pinta este espantoso cuadro de la situación: ‘Creció esta
calamidad del hambre tanto, que morían dando quejidos [de] dadme pan muchos
caballeros que dejaban en Castilla empeñados sus mayorazgos y otros que daban
un sayón de seda carmesí y otros vestidos ricos porque les diesen una libra de
pan de maíz o bizcocho de Castilla o cazabe. Nunca parece que se vio cosa
igual, que personas tan vestidas de ropas ricas de seda y aun parte de brocado
que valían muchos dineros, se cayesen a cada paso muertas de pura hambre. Otros
se salían del campo y pacían y comían las hierbas y raíces que más tiernas
hallaban…Morían cada día tantos que en un hoyo que se hacía muchos juntos
enterraban…; muchos se quedaban sin sepultura un día o dos por no tener fuerzas
para los enterrar los que eran sanos y tenían que comer algo’. A las hambres y
enfermedades se unió pronto el desgobierno. Éste se manifestó principalmente en
el maltratamiento de los indios, que volvió enemigos a muchos caciques…los
indios se habían levantado y acogido a las montañas…los más volvieron a España,
difundiendo lóbregas noticias sobre la región sobre la situación de la colonia”.
En su pasado reciente, Oviedo y Las Casas habían tenido algún
enfrentamiento. Dato por demás interesante, porque a Las Casas le
correspondería historiar también sobre las condiciones de la América de la
conquista y volverse un enemigo jurado de estas guerras de dominación y tragedia
americana, como él las consideró al narrar los hechos que testificó. Su
testimonio es famoso y polémico: ¿Exageró o proporcionó bien las consecuencias
mortales del choque entre la civilización europea y las culturas indígenas? ...Seguiremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario