jueves, 5 de septiembre de 2024

Ética y Política

   Cuando se reflexiona sobre los valores éticos y políticos, en estrecha relación con el tiempo histórico en el que se intenta su realización, Savater señala dos elementos que dificultan su comprensión: uno, el excesivo utilitarismo y pragmatismo que casi siempre parecen dominar las actitudes humanas en contra de los principios básicos o fundamentales de los valores ciudadanos; y, dos, el abandono de los principios, las ideas y los ideales, en el curso de la vida, conforme ganamos edad.
    La combinación de estas situaciones lleva a la conclusión de que sólo los más aprovechados o menos escrupulosos triunfarían, incluso mediante conductas viciadas o corruptas, y en esto no habría distinción entre políticos y no políticos, porque, como bien dice nuestro filósofo español, “en una democracia políticos somos todos…[dado que]…la política es una tarea no a tiempo completo, en buena medida a tiempo parcial, de todos los ciudadanos; por lo tanto, es inútil simplemente quejarse o maldecir a los políticos”.
    En efecto, además de las elecciones y los cargos públicos, la comunicación y debate entre los ciudadanos sobre cualquier cosa relativa a nuestra vida en común también es política: funcionamiento de mercados, vialidades, escuelas, servicios públicos en general; en fin, el conjunto de comentarios positivos o negativos que hacemos para hablar de las cosas “bien hechas” o “mal hechas”.
    Es claro que discutir sobre el bien y el mal corresponde a la Ética, pero ésta por sí sola no remedia los problemas políticos, porque implica actitudes e intenciones de las personas frente a sus obligaciones individuales y sociales, de manera que no fuera necesario que se nos obligara o vigilara en cada momento, para poder distinguir entre lo bueno y lo malo y actuar en consecuencia.
    La Ética y la Política son una suerte de actitud-reflexión-acción sobre los valores ciudadanos. Por eso podemos decir que la moralidad --la Ética en acción-- es una responsabilidad que depende de la libertad de cada uno de nosotros para ser nuestros propios censores morales: si la Política no está siempre a nuestro alcance, la Ética entendida como moralidad siempre está en nuestras manos.
    Por eso son diferentes, como lo dice Savater: “la ética busca mejorar a las personas, la política busca mejorar a las instituciones”. Las personas que reflexionamos sobre la libertad o sobre otros valores que estimamos benéficos para la vida colectiva, podemos orientar la reflexión sobre los valores políticos mediante la participación ciudadana o la presión social sobre las instituciones políticas o los políticos, considerando tres valores fundamentales: la inviolabilidad de la persona humana, de su autonomía y de su dignidad, de manera que se deba excluir la conversión de las personas en instrumentos o herramientas; evitar el sacrificio individual, el de parte de la población por el bienestar de otra parte de ella, o el sacrificio de una generación por el bienestar de otra; y respetar a las personas por sus méritos y acciones, y no por su sexo, raza, religión u otros criterios discriminatorios.
    El Estado creado por la colectividad es el instrumento político para cuidar estos valores ciudadanos. Bien por Savater.

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