miércoles, 13 de junio de 2018

Corrupción vs. Anticorrupción II

Dos presidentes, en sus respectivas naciones, separados por más de siglo y medio de tiempo, nos han proporcionado testimonios veraces en materia de corrupción vs. anticorrupción, que se pueden aunar a las opiniones vertidas por los historiadores de peso, citados en nuestra anterior entrega. En efecto, Juárez, zapoteco, pastor de ovejas, estudiante de jurisprudencia (abogado), litigante, regidor, diputado local, diputado federal, servidor público, fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca, cogobernante de su Estado (en el triunvirato interino de 1846), gobernador del mismo, ministro, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, preso político y Presidente de la República, en su último discurso como Gobernador del Estado de Oaxaca, en 1852, en la apertura del primer período de sesiones ordinarias de la X Legislatura del Estado, expresó: “Bajo el sistema federativo los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad; no pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes; no pueden improvisar fortunas ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, resignándose a vivir en la honrosa medianía que proporciona la retribución que la ley haya señalado”.
Por su parte, Meyer da cuenta del registro que el New York Times, de 11 de julio de 2009, hace del discurso del presidente Obama, primer presidente afroamericano de los EUA -y eso ya es mucho decir en la historia de ese país- que en el país de Ghana dijo: “Ningún país podrá crear riqueza si el manejo de su economía tiene como fin el enriquecimiento de sus líderes o si la policía puede ser comprada por los narcotraficantes. Ningún empresario querrá invertir en un lugar en donde desde el gobierno le `descreman´ el 20% de sus utilidades o donde el encargado de las aduanas es un corrupto. Ninguna persona desea vivir en una sociedad donde el imperio de la ley es sustituido por el imperio de la brutalidad y del cohecho. Eso no es democracia, eso es tiranía, incluso si de tarde en tarde se tiene una elección. Hoy es el momento de que ese estilo de gobernar llegue a su fin”.
En el México de nuestra época, la anticorrupción, como versión integral contraria a la corrupción, hoy día agrupa instituciones públicas y organismos autónomos, conjuntos de normas de orden nacional, federal, local y municipal (tanto de naturaleza constitucional como legal), régimen de sanciones, fiscalías y tribunales, así como facultades de fiscalización, supervisión, control y seguimiento, todo agrupado bajo el nombre de “sistema”, ente heterogéneo con un entramado de acciones a realizar extremadamente complejo. La razón de su existencia no provino de una voluntad política echada para adelante, sino, por el contrario, de “doblarle la mano” a una institucionalidad vieja, solapante y laxa, que tuvo que rendirse a las apabullantes y alarmantes cifras provenientes de organizaciones de la sociedad civil, tanto internacionales como nacionales, que durante décadas dieron cifras escalofriantes sobre el costo económico, político y moral que representa la corrupción en la vida nacional y en la de muchos otros países. La novedad es que, ahora, el “sistema” incorpora ciudadanos, con participación sustantiva en la toma de decisiones, a la espera de que esta “inyección” de poder social permita vigilar, combatir, corregir y sancionar la corrupción. Por eso, bienvenida la instalación del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Estatal Anticorrupción en Veracruz, ocurrida este 13 de junio…Seguiremos.

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