Dos presidentes, en sus respectivas naciones,
separados por más de siglo y medio de tiempo, nos han proporcionado testimonios
veraces en materia de corrupción vs. anticorrupción, que se pueden aunar a las
opiniones vertidas por los historiadores de peso, citados en nuestra anterior
entrega. En efecto, Juárez, zapoteco, pastor de ovejas, estudiante de
jurisprudencia (abogado), litigante, regidor, diputado local, diputado federal,
servidor público, fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca,
cogobernante de su Estado (en el triunvirato interino de 1846), gobernador del
mismo, ministro, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, preso
político y Presidente de la República, en su último discurso como Gobernador
del Estado de Oaxaca, en 1852, en la apertura del primer período de sesiones
ordinarias de la X Legislatura del Estado, expresó: “Bajo el sistema federativo
los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad;
no pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a
las leyes; no pueden improvisar fortunas ni entregarse al ocio y a la
disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, resignándose a vivir en la
honrosa medianía que proporciona la retribución que la ley haya señalado”.
Por su parte, Meyer da cuenta del registro que el
New York Times, de 11 de julio de 2009, hace del discurso del presidente Obama,
primer presidente afroamericano de los EUA -y eso ya es mucho decir en la
historia de ese país- que en el país de Ghana dijo: “Ningún país podrá crear
riqueza si el manejo de su economía tiene como fin el enriquecimiento de sus
líderes o si la policía puede ser comprada por los narcotraficantes. Ningún
empresario querrá invertir en un lugar en donde desde el gobierno le
`descreman´ el 20% de sus utilidades o donde el encargado de las aduanas es un
corrupto. Ninguna persona desea vivir en una sociedad donde el imperio de la
ley es sustituido por el imperio de la brutalidad y del cohecho. Eso no es
democracia, eso es tiranía, incluso si de tarde en tarde se tiene una elección.
Hoy es el momento de que ese estilo de gobernar llegue a su fin”.
En el México de nuestra época, la anticorrupción,
como versión integral contraria a la corrupción, hoy día agrupa instituciones
públicas y organismos autónomos, conjuntos de normas de orden nacional, federal,
local y municipal (tanto de naturaleza constitucional como legal), régimen de
sanciones, fiscalías y tribunales, así como facultades de fiscalización,
supervisión, control y seguimiento, todo agrupado bajo el nombre de “sistema”,
ente heterogéneo con un entramado de acciones a realizar extremadamente
complejo. La razón de su existencia no provino de una voluntad política echada
para adelante, sino, por el contrario, de “doblarle la mano” a una
institucionalidad vieja, solapante y laxa, que tuvo que rendirse a las
apabullantes y alarmantes cifras provenientes de organizaciones de la sociedad
civil, tanto internacionales como nacionales, que durante décadas dieron cifras
escalofriantes sobre el costo económico, político y moral que representa la
corrupción en la vida nacional y en la de muchos otros países. La novedad es
que, ahora, el “sistema” incorpora ciudadanos, con participación sustantiva en
la toma de decisiones, a la espera de que esta “inyección” de poder social
permita vigilar, combatir, corregir y sancionar la corrupción. Por eso,
bienvenida la instalación del Comité de Participación Ciudadana del Sistema
Estatal Anticorrupción en Veracruz, ocurrida este 13 de junio…Seguiremos.
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